-Adiós pajarito- dijo, y le disparó una bengala. Esquívándola, él se proyectó desde el gótico cielo hacia el bote. Ella intentó un nuevo disparo directo al corazón del petirrojo, ahora petiazul; pero era demasiado tarde, él ya caía sobre ella.
El segundo disparo comenzó de inmediato un fuego que jugaba a rodearlos mientras ellos dibujaban espirales negras a poca distancia de las negras aguas. El spandex y el vinyl rozándose.
Y de pronto, como lo dicta la naturaleza, gracil felino sobre ave impertérrita. Ella le hunde sus afiladas garras en el pecho, él se retuerce debajo y lanza la cabaza hacia atrás dejando que un mechón de su cabello se moje. Las llamas al rededor hacen brillar la sangre y los calores se confunden.
Ella comienza a sentir algo ajeno en su entrepierna que poco a poco gana territorio.
-Dick?
-Yes, Selina...